jueves, 1 de diciembre de 2016

La Celestina. Teoría y guía de lectura

LA CELESTINA DE FERNANDO DE ROJAS
Estudio teórico y guía de lectura para la clase de 1º de Bachillerato

0. Introducción
La Celestina es una de las obras más importantes de la literatura española y europea. Representante temprano y decisivo del realismo literario, es, por ello, el primer paso hacia una literatura moderna que se consolidará tanto con El Lazarillo como con El Quijote.

1. Ediciones, variantes y autoría
La vida editorial  de La Celestina es larga e interesante y dan testimonio tanto del éxito editorial que tuvo desde su primera publicación, como de los intentos de su autor por ocultar de su autoría.
Versiones de La Celestina:
1499-1501. Burgos, Toledo y Sevilla.
Comedia de Calisto y Melibea, 16 actos. Con una Carta del autor a un su amigo, y unos versos acrósticos donde se declara el autor: el bachiller Fernando de Rojas.
1502 Salamanca, Toledo y Sevilla.
Tragicomedia de Calisto y Melibea. 21 actos (se han añadido 5 a partir del XIV). Añade, además, a lo anterior un Prólogo a imitación de Petrarca, donde se explica la intención de la obra y unas octavas “Concluye el autor”. Está será la edición canónica que se seguirá publicando hasta hoy día.
El título La Celestina se va a ir dando a el libro en las ediciones extranjeras. En España es la edición de Alcalá de 1569 la que primero la denomina así.

En cuanto a la autoría, en la Carta del autor a un su amigo el propio Fernando de Rojas explica cómo encontró y le gustó tanto el primer acto que se decidió a continuarlo. Aunque no se puede demostrar nada, y se puede pensar que Fernando de Rojas no quiso hacerse responsable de la autoría de un texto que podía ponerle en problemas ante la Inquisición, parece que efectivamente las fuentes y el estilo del primer acto son distintos que el del resto. Y hoy día se da como probable la hipótesis de los dos autores, uno para el primer acto y Fernando de Rojas para los demás.

En la epístola introductoria del “Autor a un su amigo”, Rojas confirma que continúa un texto por él hallado:
Vi no sólo ser dulce en su principal historia o ficción toda junta, pero aun de algunas de sus particularidades salían deleitables fontecicas de filosofía, de otras agradables donaires, de otras avisos y consejos contra lisonjeros y malos sirvientes y falsas mujeres hechiceras. Vi que no tenía su firma del autor, el cual, según algunos dicen, fue Juan de Mena, y, según otros, Rodrigo Cota; pero, quienquiera que fuese, es digno de recordable memoria por la sutil invención, por la gran copia de sentencias entretejidas, que so color de donaires tiene. ¡Gran filósofo era! Y, pues él, con temor de detractores y nocibles lenguas, más aparejadas a reprehender que a saber inventar, quiso celar y encubrir su nombre, no me culpéis, si en el fin bajo que lo pongo, no expresare el mío (...)

2. Género literario
La Celestina es una obra para ser leída en público que ofrece muchos elementos dramáticos, pero que no está pensada para la representación. Por eso, tiene muchas diferencias con relación al teatro:

No tiene acotaciones. Son las intervenciones de los actores las que señalan el espacio, el tiempo, los gestos o las situaciones.
CALISTO.- ¿Viene ese caballo? ¿Qué haces, Pármeno?
PÁRMENO.- Señor, vesle aquí, que no está Sosia en casa.

Los actos no se dividen como es habitual en el teatro.
Los diálogos son con frecuencia muy largos y retóricos, lo que hace muy difícil la representación. Otros sí que tienen carácter dialogal y espontáneo.
Acto IV
ALISA.- Todo eso dicho no me la da a conocer. ¡Dime su nombre, si le sabes!
LUCRECIA.- ¿Si lo sé, señora? No hay niño ni viejo en toda la ciudad que no le sepa, ¿habíale yo de ignorar?
ALISA.- Pues, ¿por qué no le dices?
LUCRECIA.- ¡He vergüenza!
ALISA.- ¡Anda, boba, dile! No me indignes con tu tardanza.
LUCRECIA.- Celestina, hablando con reverencia, es su nombre.
ALISA.- ¡Ji, ji, ji! ¡Mala landre te mate! Si de risa puedo estar viendo el desamor que debes de tener a esa vieja, que su nombre has vergüenza nombrar. Ya me voy recordando de ella. ¡Una buena pieza! No me digas más. Algo me vendrá a pedir. Di que suba.
LUCRECIA.- Sube, tía.

En el s.XVI el género de La Celestina no suscitó ninguna duda y fue considerada unánimemente una obra dramática. La única causa de discusión fue su denominación de "comedia" en las primeras impresiones, lo cual era inadmisible en aquella época porque la comedia clásica tenía un final feliz. Tampoco podía llamarse tragedia ya que algunos de sus personajes eran de baja condición social. Por ello, Rojas, saliendo al paso de todas estas objeciones, tituló su obra con el nombre de "tragicomedia", término empleado por Plauto para definir su Anfitrión.
La teoría más difundida hoy es la que considera La Celestina como una "comedia humanística" (desarrollo lento, ambientes contemporáneos, personajes humildes, diálogos variados, sentencias y refranes, citas cultas...), al estilo de las que se estaban realizando en Italia en latín, y que siguen una tradición que arranca en la "comedia romana", se prolonga en las "comedias elegíacas" medievales y concluye en la "comedia humanística". Y es teatro para ser leído. Es, por tanto, una obra de ambiente erudito y universitario, que, sin embargo, trasciende esta primera intencionalidad.

3. Argumento y estructura
Argumento
Calisto, desdeñado por Melibea, se vale de Celestina, vieja alcahueta y bruja, que le ha recomendado su criado Sempronio, para conseguir el amor de la joven. Pármeno, servidor fiel, intenta disuadir a su amo del empeño. Rechazado por este, decide asociarse a Sempronio y Celestina para sacarle el dinero a su joven señor; a cambio, la vieja le proporcionará una manceba (Areusa) pues su compañero tiene ya relaciones con Elicia, una de las pupilas de la alcahueta.
Celestina, tras invocar al diablo, se dirige a casa de Melibea; le insinúa los motivos de la visita, pero la joven se indigna. Cuando celebran un banquete en casa de Celestina, llega Lucrecia, quien llama a la vieja por orden de su señora Melibea. Ésta descubre a la alcahueta la pasión que siente por Calisto y concierta una cita para la noche. Celestina corre a comunicar la buena nueva al enamorado; como pago recibe una cadena de oro. Los amantes se hablan a través de la verja del jardín y quedan para la noche siguiente.
Los criados de Calisto van a casa de la alcahueta para repartirse la cadena. Los tres compinches disputan sobre el reparto. La avaricia de Celestina exaspera a sus socios y la matan. Al intentar huir de la justicia, saltan por una ventana y, moribundos, son apresados y ajusticiados.
Esa misma noche, Calisto y Melibea viven su primer contacto erótico. En la "Comedia", la muerte de Calisto se producía inmediatamente después. En la "Tragicomedia" la acción sigue con los cinco actos del Tratado de Centurio, añadidos en las ediciones de 1502. Elicia y Areusa, que han perdido a sus amantes y a Celestina, deciden vengarse y para ello acuden a Centurio, un fanfarrón que organiza una cuadrilla para dar un susto a Calisto cuando vaya a visitar a Melibea.
Unos días después, se produce el segundo encuentro de los amantes. Centurio y su gente atacan a los criados de Calisto, pero éstos se defienden y los ponen en fuga. El joven, que dormía en los brazos de Melibea, se despierta y, al saltar la tapia del jardín en el que se encontraban, tropieza, cae y muere sin confesión. Melibea se suicida tras lamentarse de lo fugaz de sus amores. En el último acto Pleberio, padre de la joven protagonista, realiza un planto ante el cadáver de su hija.

Estructura

Externamente la obra está dividida en 21 actos, subdivididos a su vez en escenas.  Internamente es posible ver dos partes:
1. Acto I- XII. Amores entre Calisto y Melibea. Intervención de Celestina hasta concluir con la muerte de esta y de los criados. Primer clímax dramático.
2. Acto XIII- XXI. Afán de venganza de Elicia y Areúsa que desencadena la muerte de los amantes y da un carácter trágico a la obra. En esta segunda parte se introducen los cinco actos añadidos, que prolongan la relación amorosa de Calisto y Melibea hasta la muerte de estos y el segundo clímax dramático.

4. Personajes
Uno de los grandes méritos de La Celestina son sus personajes, que aparecen ante el lector dotados de vida, con una profundidad psicológica notablemente superior a cualquier otra obra medieval, lejos de los 'tipos' tan usuales en la literatura anterior. Nunca se nos presentan desde un solo punto de vista, técnica que se denomina perspectivismo. Además, a lo largo de la obra evolucionan en función de los acontecimientos, especialmente Pármeno y Melibea.
Un rasgo común de todos los personajes (tanto en el mundo de los señores como en el de los criados) es su individualismo, su egoísmo, lo que está en relación con el mundo social cambiante y en crisis que nos presenta.

Celestina
Celestina es la protagonista indiscutible de la obra, hasta el punto de que acabó por darle título. Su trabajo es el de alcahueta, además de remedar virginidades y un poco también de hechicera. Gracias a su inteligencia, sabe entrar en todas partes y manipular a aquellos a los que necesita. Conoce a fondo la psicología del resto de los personajes y está llena de experiencia, es inteligente y sabia..
Sus móviles son la codicia, el goce y el apetito sexual (que sacia facilitando e incluso presenciando). Su conducta se dirige a hacer gozar a todos cuantos le rodean. Sin embargo, su codicia le llevará a la muerte.

Calisto
Calisto es un joven noble, culto y ocioso, que cae enamorado de un modo casi caricaturesco. Encarna el 'loco amor', la urgencia carnal de unos deseo que no tardará en conseguir al precio que sea. En su fondo, solo se observa cinismo, que le hace despreciar la sinceridad de su criado Pármeno cuando este le advierte de los peligros que corre.

Melibea
Melibea es la suma de la belleza y de las virtudes de la mujer. En principio, se opone a los amores de Calisto, pero cuando cae enamorada, se entrega de un modo absoluto y total. Tanto, que acabará suicidándose por amor. No hay pudor personal ni sujeciones morales en su amor. Su pasión es más real y menos literaria que la de Calisto y por eso más auténtica.

Pármeno
Pármeno es seguramente el personaje más trágico de la obra, porque es corrompido por todos los demás personajes. Intenta advertir a su señor de los peligros que le pueden venir; pero es humillado por éste. Su lealtad termina de derrumbarse ante las promesas de Celestina y las muestras de egoísmo de su amo. La codicia y la pasión amorosa por Areúsa, que acaba de descubrir le ciegan, y ya sólo pretende aprovecharse al igual que su compañero, el más cínico Sempronio.


5. El mundo social de La Celestina
La Celestina refleja una sociedad urbana plenamente renacentista donde los valores sociales medievales están en crisis y las relaciones sociales se han mercantilizado. Es la lógica del dinero la que impera.
Por otra parte, tanto señores como criados tienen el mismo tratamiento artístico, y nunca antes, personajes “bajos” habían recibido tal relevancia.

Como ya se ha dicho, los personajes, sea cual sea su clase social, se mueven por puro individualismo  de un modo egoísta.
Los nobles, Calisto y Melibea, solo buscan su propio placer, saltándose la normas tanto del amor cortés, Calisto, como las de la familia convencional, Melibea. Lo cual acaba en tragedia.

Así ocurre en el acto XVI, en el que Melibea, que ha descubierto el amor, se niega a casarse ni a seguir el consejo de sus padres.
Déjenme mis padres gozar de él si ellos quieren gozar de mí. No piensen en estas vanidades ni en estos casamientos, que más vale ser buena amiga que mala casada. Déjenme gozar mi mocedad alegre si quieren gozar su vejez cansada; si no, presto podrán aparejar mi perdición y su sepultura. No tengo otra lástima sino por el tiempo que perdí de no gozarlo, de no conocerlo, después que a mí me sé conocer. No quiero marido, no quiero ensuciar los nudos del matrimonio ni las maritales pisadas de ajeno hombre repisar, como muchas hallo en los antiguos libros que leí (...)

Los criados se mueven por dinero y por lujuria. Las relaciones señor-criado ya no son las feudales, sino que se sostienen por el interés. De esta manera, Pármeno va a ser convencido por Celestina para que ayude a Sempronio y a ella misma en sacar todo lo que puedan a Calisto.


En el acto I Celestina trata de convencer a Pármeno, para que deje de ser fiel a su señor.
CELESTINA: Estos señores de este tiempo más aman a sí que a los suyos, y no yerran; los suyos igualmente lo deben hacer. Perdidas son las mercedes, las magnificencias, los actos nobles; cada uno de éstos cautiva y mezquinamente procura su interés con los suyos. Pues aquéllos no deben menos hacer, como sean en facultades menores, sino vivir a su ley. Dígolo, hijo Pármeno, porque este tu amo, como dicen, me parece rompenecios: de todos se quiere servir sin merced. Mira bien, créeme, en su casa cobra amigos, que es el mayor precio mundano, que con él no pienses tener amistad, como por la diferencia de los estados o condiciones pocas veces contezca. Caso es ofrecido, como sabes, en que todos medremos y tú por el presente te remedies.


6. Los temas: El amor en La Celestina
El amor es el eje de la obra. El modo de presentarlo es complejo y ambiguo. Peter E. Russell ha destacado tres concepciones amorosas en La Celestina, que son siempre problemáticas:

La parodia del amor cortés

Desde el primer momento, los lectores de La Celestina, debieron darse cuenta de que el caballero y la doncella eran figuras paródicas del amor cortés, sobre todo en lo que toca al primero: Calisto no tiene la paciencia del amante cortesano ni guarda el secreto de sus relaciones amorosas y la divinización de Melibea es desmesuradamente hiperbólica. Todo parece indicar que, bajo esta burla, se esconde una reprehensión del amor.

El amor como deseo

Celestina es la gran teórica en la obra del amor como deseo. Y lo muestra como una necesidad del ser humano al que invita a todos a disfrutar: a los señores, a los criados, a las prostitutas, desde el carpe diem. Casi todos los personajes se ven empapados por la sensualidad de un modo muy naturalista. No obstante, las consecuencias de esta voluntad del personajes hacia el deseo lleva a la tragedia, y parecen confirmar la interpretación moral de la obra. Pero hay tanta ambigüedad en ello que se puede poner en entredicho esta lectura.

El amor como enfermedad mental

Junto al amor cortés y mezclado con él, La Celestina trata también la cuestión del amor como enfermedad mental, Desde este punto de vista, el impulso sexual irreprimido, manifestado en la idealización extrema del objeto codiciado, arrastra al inexperto Calisto hasta la locura de amor. A esta enfermedad de amor se le designó, ya desde la Antigüedad, amor hereos. Calisto, por tanto, no poseería una locura metafórica, sino real, y sus actuaciones y palabras, como continuamente insisten los que le rodean, muestran un personaje con todas las características de un loco auténtico.

7. El lenguaje de La Celestina y la técnica del diálogo
En La Celestina aparecen utilizados los dos estilos vigentes en la literatura española del s. XV y muestra, por tanto, una gran riqueza lingüística en todos los aspectos:

Por una parte, un lenguaje retórico elevado y latinizante, muy influido por la prosa latina, que se caracteriza por el empleo del hipérbaton, los latinismos léxicos y sintácticos, los paralelismos y antítesis y la preferencia de colocar el verbo a final de la frase. A estos rasgos se le añadirán abundantes citas cultas y referencias a fuentes literarias latinas, entre las que destaca Petrarca, que ennoblecen y dan la forma a un discurso con fuerte carga argumentativa.

Desde el acto I. El estilo es retórico y latinizante “inmétrito” o “verte alcanzase” al final de su oración:
CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase, y hacer a mí, inmérito, tanta merced que verte alcanzase, y en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese.

Las citas las pronuncia muchas veces la propia Celestina. Así cita un episodio de la vida de Virgilio en su conversación con Pármeno en el acto VII:
CELESTINA: Verás quién fue Virgilio y qué tanto supo, mas ya habrás oído cómo estuvo en un cesto colgado de una torre, mirándolo toda Roma. Pero por eso no dejó de ser honrado ni perdió el nombre de Virgilio.


Por otra parte, un lenguaje popular, manifestado en la vivacidad y espontaneidad del diálogo, el empleo de expresiones coloquiales y la presencia de refranes, y del humor. Se puede decir que en La Celestina está el habla viva de finales del siglo XV.

CELESTINA: (...) ¿Qué dirás a esto, Pármeno? ¡Neciuelo, loquito, angelico, perlica, simplecico! ¿Lobitos en tal gesto? Llégate acá, putico, que no sabes nada del mundo ni de sus deleites. ¡Más rabia mala me mate si te llego a mí, aunque vieja! Que la voz tienes ronca, las barbas te apuntan; mal sosegadilla debes tener la punta de la barriga.
PÁRMENO.- ¡Como cola de alacrán!
CELESTINA.- ¡Y aun peor, que la otra muerde sin hinchar y la tuya hincha por nueve meses!
PÁRMENO.- ¡Ji, ji, ji!
CELESTINA.- ¿Ríeste, landrecilla, hijo?
PÁRMENO.- Calla, madre, no me culpes, ni me tengas, aunque mozo, por insipiente.

Las técnicas del diálogo dramático son muy interesantes, pues muestran la variedad de puntos de vista con que los personajes nos hacen ver la realidad dramática. Junto al diálogo, son también muy frecuentes los monólogos y los apartes, con los que se enriquece la perspectiva de la acción y los puntos de vista sobre ella:

El diálogo.- En La Celestina hay una importante variedad de diálogos. Los más habituales son, como hemos dicho, el diálogo oratorio. Pero también réplicas breves, que reflejan naturalidad y modernidad.

El monólogo.- Es a través del monólogo por donde los personajes descubren sus conflictos humanos y sus inquietudes. Generalmente están escritos según las normas del estilo elegante. El más relevante es el planto de Pleberio del acto XXI, que puede representar la voz del autor en la obra.

El aparte.- Suele ser empleado con mucha frecuencia con fines humorísticos. Gracias a él, conocemos las verdaderas opiniones de los personajes y el punto de vista se enriquece enormemente.

Ya en el acto I, Sempronio habla mal de su amo, al que ve enamorado igual que un loco.:
SEMPRONIO.- No me engaño yo, que loco está este mi amo.
CALISTO.- ¿Qué estás murmurando, Sempronio?
SEMPRONIO.- No digo nada.
CALISTO.- Di lo que dices, no temas.
SEMPRONIO.- Digo que ¿cómo puede ser mayor el fuego que atormenta un vivo que el que quemó tal ciudad y tanta multitud de gente?

8. La interpretación de la obra
La Celestina es una obra ambigua, porque a pesar del autor y a pesar del trágico final, por su forma dialogada, por la libertad con la que hablan los personajes de sus anhelos y sus pasiones, es un fiel reflejo de la vitalidad de sus personajes. Si bien parece encerrar una lección moral, no oculta que la voluntad del hombre es el deseo y el goce.
Aun así, la interpretación más habitual entre la crítica es que muestra una visión pesimista y terrible del mundo. Rojas, en la “Carta del autor a un su amigo” declara haber compuesto la obra en “reprehensión de los locos enamorados”, y, en efecto, la pasión sin freno desencadena todos los males de la obra. A lo que se añade el resquebrajamiento de las categorías sociales y morales, el egoísmo de los personajes, la urgencia por cumplir el deseo y el triunfo de la muerte, todo lo cual se une para dibujar una atmósfera oscura y opresiva.
En este sentido pesimista se ha de interpretar también el Planto de Pleberio, que ocupa el último acto, donde el padre de Melibea se lamenta en forma de monólogo del Mundo, de la Fortuna y del Amor, y no encuentra consuelo posible a la destrucción que ha ocurrido. A este acto se la ha considerado la voz de Fernando de Rojas y muestra un universo hostil, caótico y en constante lucha.

Del acto XXI:
PLEBERIO: Cébasnos, mundo falso, con el manjar de tus deleites; al mejor sabor nos descubres el anzuelo; no lo podemos huir, que nos tiene ya cazadas las voluntades. Prometes mucho, nada no cumples; échasnos de ti por que no te podamos pedir que mantengas tus vanos prometimientos. Corremos por los prados de tus viciosos vicios, muy descuidados, a rienda suelta; descúbresnos la celada cuando ya no hay lugar de volver. Muchos te dejaron con temor de tu arrebatado dejar; bienaventurados se llamarán cuando vean el galardón que a este triste viejo has dado en pago de tan largo servicio. Quiébrasnos el ojo y úntasnos con consuelo el casco. Haces mal a todos, por que ningún triste se halle solo en ninguna adversidad, diciendo que es alivio a los míseros, como yo, tener compañeros en la pena. Pues desconsolado, viejo, ¡qué solo estoy!


Sea como fuere, La Celestina sigue siendo una obra que al lector actual le desconcierta por el crudo naturalismo y por la intensa vitalidad de sus personajes, que son arrastrados por el placer y el deseo hacia la muerte. Una obra a caballo entre dos mundos, el moralista medieval y el humanista del renacimiento.

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