jueves, 15 de diciembre de 2016

El Laberinto de Fortuna. Marqués de Santillana

El Laberinto de Fortuna o Las Trescientas 


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Juan de Mena nació en Córdoba en 1411. No sabemos mucho de la vida del autor pero sí nos han llegado noticias en las que se nos informa de que estudió en Salamanca y, posteriormente, en Italia bajo la protección de Juan de Torquemada. Al regresar, el rey Juan II le nombró Secretario de Cartas Latinas. En agradecimiento, Juan de Mena le dedicó su obra más famosa: Laberinto de Fortuna (1444).

El poema comienza con el poeta en el palacio de Fortuna en donde contempla tres grandes ruedas que simbolizan las distintas edades del hombre. Dos están quedas (la del pasado y la del futuro) mientras que la rueda del presente siempre está girando. En cada una de estas ruedas se distinguen varios círculos que corresponden a determinadas virtudes y vicios. Basándose en la disposición de estas ruedas y círculos, el poeta determina la estructura del Laberinto de Fortuna y, quizá, sea éste el momento en el que más se percibe la influencia del autor de la Divina comedia.

Uno de los más firmes propósitos de Juan de Mena era el de inspirar el sentimiento de una Castilla fuerte y unida y, como señala John G. Cummins, al sentimiento de unidad política se le une la potenciación del castellano como lengua de uso y cultura. En el momento en el que Juan de Mena escribe la obra, el castellano no se considera todavía, a pesar de los esfuerzos de Alfonso X, el Sabio, una lengua de cultura como lo pueda ser el griego o el latín. Sin embargo, no estamos ante un autor que pretenda revolucionar el castellano, por el contrario, imita las construcciones sintácticas latinas con la pretensión de elaborar un lenguaje que asimile la grandeza estilística del latín. En la época, muchas de estas construcciones y voces latinas debieron resultar notablemente extrañas para quien leyese Laberinto de fortuna. Además, resulta desconcertante el uso que el autor hace de otra clase de palabras, éstas de índole vulgar, que chocan con el fuerte espíritu latinizante del texto. Con todo, la pretensión culta de Mena hace que la acumulación de recursos expresivos le otorgue a la obra un carácter recargado (a veces en exceso). De entre estos recursos destacaremos las construcciones absolutas, la utilización de perífrasis, el hipérbaton y gran cantidad de citas que nos remiten al mundo antiguo. En palabras de José García López, el estilo de la obra se resume en tres palabras: "vigor, cultismo y sonoridad". 


Tomado de https://www.portalsolidario.net/ocio/visu/cliteraria.php?rowid=8820&anecdotas=Laberinto%20de%20Fortuna


56
   Bolviendo los ojos a do me mandava,
vi más adentro muy grandes tres ruedas:
las dos eran firmes, inmotas e quedas,
mas la de en medio boltar non çesava;
e vi que debaxo de todas estava,
caída por tierra, gente infinita,
que avía en la fruente cada qual escripta
el nombre e la suerte por donde passava,


57
   aunque la una que non se movía,
la gente que en ella avía de ser
e la que debaxo esperava caer
con túrbido velo su mote cobría;
yo que de aquesto muy poco sentía,
fiz de mi dubda complida palabra,
a mi guiadora rogando que abra
esta figura que non entendía.

1. Resume en dos líneas estas dos octavas.
2. Fíjate en el uso de los cultismo, en cursiva. ¿Cuáles han perdurado en la lengua y cuáles no?
3. Abundan también  los gerundios por influjo del latín. ¿Están bien empleados? ¿Te suenan naturales?

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